sábado, 26 de diciembre de 2015
Estilo italiano
Las elecciones del 20D dejan un panorama político más parecido al de Italia que al que estamos acostumbrados en España, un bipartidismo alternante, agotado hace tiempo. Igual que hace un siglo, cuando se agotó el sistema de partidos de la restauración, el liberal y el conservador, entonces, el PSOE y el PP, ahora solo son vestigios del pasado, instrumentos políticos inaceptables para nuestros jóvenes. Pero los nuevos partidos, los que han vuelto a integrar a nuestra juventud, necesitan tiempo para madurar y un roce con el poder, no un asalto, que les permitan hacer propuestas realistas.
Los resultados electorales no permiten un gobierno estable ni mediante una coalición de derechas ni mediante otra de izquierdas. Hay dos bloques casi iguales y es difícil pensar que los cambios que necesitamos puedan ser monopolio de uno u otro bloque. El PP debe someterse a una profunda regeneración política que tendría que acabar con los viejos políticos de toda una generación, contaminados por la corrupción y el privilegio. El PSOE ha hecho un cambio profundo a nivel de sus instituciones centrales pero necesita acabar con el poder de los barones y con los viejos jerarcas territoriales. Ambos partidos tienen que comprender que deben abandonar la política no solo las personas imputadas por delitos sino aquellos que tuvieron responsabilidad sobre los imputados. La responsabilidad penal es propia de los delincuentes; la responsabilidad política es de quienes no se rodean de personas dignas.
Y, sin embargo, no podemos permitirnos otras elecciones, que no garantizan una solución de los problemas, que podrían suponer la pérdida de un tiempo preciosísimo que necesitamos para resolver una serie de aspectos, desde los económicos hasta los políticos. Pero, si no nos interesa una política de bloques ni nos conviene repetir las elecciones, ¿cómo podemos resolver el conflicto? Quizás la solución podría ser al estilo italiano, buscando una especie de Mario Monti español, un independiente de prestigio, que podría presidir un gobierno de concentración, en el que podrían convivir otros independientes y personas de prestigio afines a la mayoría de los partidos. Ese gobierno tendría una serie de tareas a desarrollar en un plazo corto, no más de dos años, tiempo suficiente para limpiar a los viejos partidos y para madurar a los nuevos. En este tiempo deberían concretarse las siguientes tareas: a) reformar la constitución garantizando los derechos sociales y modificando la estructura del estado a federal; b) regeneración democrática de los partidos; c) cambiar la ley electoral; d) pactar una reforma laboral consensuada; e) pactar una ley de educación; f) pactar una ley de la ciencia; g) suprimir el senado y las diputaciones y fusionar los ayuntamientos inviables; h) actualizar y votar estatutos modificados en función del nuevo estado federal.
¿Quién podría ser ese Mario Monti español? Es seguro que hay 200 pero ahí lanzo mi primer candidato. Miquel Roca, un político “reformista”, con experiencia, participante en la redacción de la constitución, poco sospechoso para el nacionalismo y, en lo que yo conozco, limpio.
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