Desde que existe en España un programa de asistencia sanitaria pública, hace medio siglo, no se había puesto nunca en cuestión la gestión de la sanidad tanto como se ha hecho en la comunidad de Madrid durante las dos legislaturas últimas, la pasada y la presente, en las que ha estado al frente del gobierno de esta comunidad Esperanza Aguirre. Hemos pasado por una época fundacional y de extensión de la asistencia sanitaria a cargo de un ministro falangista del general Franco. Luego, la extensión de la cobertura a toda la población y la promulgación de la ley general de Sanidad, por parte del primer gobierno socialista. Después, la regionalización de la asistencia sanitaria con las transferencias autonómicas por un gobierno conservador. Diversas iniciativas, algunas de gran calado, por distintos gestores políticos, de diferente inspiración ideológica. Pero nunca había pasado nada parecido a lo de ahora en la Comunidad de Madrid. Un mosaico variopinto de modelos de gestión, favoritismo para los modelos de asistencia privada, autoritarismo y cambio del modelo de liderazgo médico, judicialización de la gestión, ampliación del número de hospitales públicos sin la adecuada expansión presupuestaria y con entrega de la gestión a sectores privados, actitud desafiante y provocadora de los gestores.
Los hitos mas importantes de ese proceso son los siguientes:
Puesta en marcha de modelos de gestión “diferente” de hospitales públicos, como la Fundación Hospital Alcorcón.
Confirmación de que esos modelos producen insatisfación mayor que los tradicionales y alguna catástrofe asistencial, todavía no suficientemente aclarada, como la epidemia de hepatitis iatrogénica.
Reflotación económica del hospital mas emblemático de la medicina académica de España en la segunda mitad del siglo XX, la Fundación Jiménez Díaz, no mediante su absorción por el sector público sino mediante su cesión a un grupo financiero internacional con ánimo de lucro. Negociación de condiciones ventajosas para ese grupo en el contexto de la comunidad de Madrid.
Nombramiento como gerente de la Fundación Jiménez Díaz del antiguo gerente de la Fundación Hospital Alcorcón. Entrada en el grupo directivo de la compañía internacional mencionada de altos directivos de la consejería de la comunidad de Madrid que habían participado previamente en la negociación de los acuerdos entre la compañía y la Comunidad.
Criminalización y represión de conductas médicas legítimas aunque no del gusto de los gestores sanitarios en el hospital de Leganés, lo que produce la mayor movilización del personal sanitario de la comunidad de Madrid en los últimos 30 años.
Apertura de una gran cantidad de hospitales nuevos en distintas zonas de la comunidad sin un aumento correspondiente del presupuesto sanitario. Los hospitales se intentan financiar de muy diversa forma. En parte mediante la cesión a empresas privadas, en parte mediante personal extraído de otros hospitales.
Declaración publica por parte de los gestores sanitarios de la “sanidad como una oportunidad de negocio”, que produce un amplio rechazo en los profesionales y sindicatos.
Enfrentamiento radical y continuado entre los gestores y los profesionales y los sindicatos. La contestación deja de ser coyuntural y se convierte en permanente. Puede decirse que se ha llegado a un punto tal en el que los gestores han perdido por completo la confianza de sus subordinados hasta el punto de que su gestión es imposible y el mantenimiento en sus puestos mas cuestión de “sostenella y no enmendalla” que de racionalidad.
Esta situación tiene todas las características de sobrepasar lo que podría ser una mera contestación basada en reivindicaciones profesionales o corporativas mas o menos legítimas o discutibles, o incluso una batalla mas en el contexto de la confrontación política y sindical, y de convertirse en lo que podría ser “una crisis del sistema”.
En efecto, en España gozamos de una asistencia sanitaria en muchos casos excelente y la hemos conseguido a un costo muy bajo, dedicando a asistencia sanitaria una parte muy pequeña, muy inferior a la que invierten la mayoría de los países de nuestro entorno, con peores resultados, del producto interior bruto. Ese “milagro” o cuadratura del círculo se ha conseguido gracias a dos elementos: 1) Que las familias han absorbido hasta hace poco y todavía absorben la parte del león de la asistencia socio-sanitaria, de los cuidados crónicos; 2) Que los sueldos del personal sanitario –médicos, enfermeras, técnicos, etc., que suponen el 80% del presupuesto de un hospital- son muy inferiores, en términos absolutos y relativos a los de los países que nos rodean. Entre nosotros, hasta hace poco, predominaban las posturas de altruismo. Nosotros estábamos orgullosos de ejercer una función pública, al servicio del ciudadano. El médico era un sujeto portador de valores morales, al servicio de la humanidad. Muchos habríamos suscrito la respuesta que me dirigió uno de mis recién llegados residentes, hace ahora casi 20 años, cuando le pregunté cómo se encontraba en el programa de formación: “Estupendamente, me dijo. Hago lo que me gusta y, encima, me pagan”. Lo mas importante era hacer lo que nos gustaba; el sueldo era lo de menos.
Pero eso ha cambiado radicalmente. Ahora no hacemos lo que nos gusta. Los gestores nos dicen qué es lo que tenemos que hacer y cómo tenemos que hacerlos. Los mandos intermedios no son escogidos por su prestigio intelectual, ni por su capacidad de liderazgo, ni por sus valores éticos, sino solo por su docilidad. Y, si las autoridades proclaman que la sanidad es una oportunidad para hacer negocios ¿cómo pueden pretender poner freno a todo tipo de reivindicaciones, incluidas las mas corporativistas?.
Esperemos que, entre unos y otros, no acaben con la salud del sistema ni perjudiquen a los beneficiarios.
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