domingo, 5 de octubre de 2008

El borrador

Hace algún tiempo tuve el honor de reunirme con un grupo de sabios, representantes respectivos de lo mejor de las universidades, centros de investigación y sociedades científicas del país, y de formular una serie de recomendaciones al gobierno con objeto de mejorar las condiciones y los resultados de la investigación científica, desde la biomédica a la física o las matemáticas, en España. La comisión de expertos, en la que yo me sentía como pulpo en un garaje y a la que solo pude llegar por la traidora denuncia de un amigo, tuvo una serie de reuniones, salpicadas de doctas opiniones y sesudos análisis y elaboró una lista de conclusiones y sugerencias que, imagino yo, alguna persona del gobierno estudiaría concienzudamente.

Una de las recomendaciones de la comisión fue que se pusiera fin al caótico sistema de gestión de la investigación en España en el que participan varios institutos que dependen de diversos ministerios amén de las 17 comunidades autónomas, sin contar con que una buena parte de la financiación procede de las comunidades europeas. Se pidió que se creara una agencia de coordinación al mas alto nivel. Es posible que alguno de los presentes creyera conveniente que esa agencia fuera un ministerio, incluso es verosímil que algunos de los participantes se vieran como posibles futuros ministros del ramo – a la mayoría les sobraban méritos y capacidades para ello- aunque ciertamente nadie abogó por el ministerio de nueva creación ni mucho menos se postuló como su titular.

La creación del ministerio de investigación al inicio de la nueva legislatura me sorprendió aunque no puedo decir que me desagradara. A mi me parece que la investigación, que en el fondo de otra cosa no es sino satisfacer la curiosidad que todos sentimos por el mundo que nos rodea – o si lo quieren mas solemne, la búsqueda de la verdad-, es una de las grandes pasiones humanas como el amor o el arte. Quizás en el próximo futuro se cree un “Ministerio del Amor” y de ponga a su frente a un profesional de la materia. Yo pensaba que la coordinación al mas alto nivel que pedía nuestra comisión podría realizarse simplemente reuniendo a los mas altos representantes de todas las agencias que tienen responsabilidades y pidiéndoles que trabajaran juntos. Por ejemplo, podrían tener una ventanilla única para pedir proyectos con formularios y periodos uniformes de solicitud, bases de datos cruzadas, una única agencia de evaluación, etc..

La creación del ministerio de investigación ha producido transferencias de competencias, que antes estaban en algunos ministerios, al recién nacido. En el caso del Ministerio de Sanidad el pobre señor ministro, cuyo crédito principal se debe a la investigación, ha quedado reducido a poco más que a gestor del consumo, mientras la joya de la corona, el Instituto de Salud Carlos III, pasaba al ministerio de investigación. Como quiera que muchos de nosotros hacemos investigación en el contesto de y sin solución de continuidad con otras tareas uno de mis amigos del Instituto Carlos III me explicaba su situación esquizofrénica con la frase de “por la mañana soy funcionario del Sr. Soria, por la tarde de la Sra. Garmendia”.

Yo creo que los políticos, esos expertos gestores que actúan solo por nuestro bien sin dejarse llevar por intrigas ni ambiciones personales, pueden hacer lo que quieran con el reparto de los institutos, que a nosotros nos da lo mismo. Pero al menos deberían unificar el papeleo. En el último mes, como otros muchos compañeros, he tenido que enfrentarme al arduo problema de rellenar memorias de proyectos y he tenido que escribir en múltiples formatos diferentes los distintos elementos del currículo. Alguna de las agencias que me financiaban ha tenido la desfachatez de pedirme el listado de mis conferencias o de las presentaciones que yo mismo o mis múltiples colaboradores hemos hecho en diversos congresos y reuniones científicas. ¡Por los clavos de Cristo!, ¿es que alguien con dos dedos de frente puede pensar que un investigador sesentón puede llevar la cuenta de semejante nadería?. Como mucho llevamos la de las publicaciones y no porque las apuntemos cada vez que aparece una sino porque las podemos buscar en bases de datos de dominio público cuando nos las piden. Eso sí, la forma de presentar las publicaciones cambia si la agencia financiadora es la comunidad de Madrid o la de Castilla León, el Instituto Carlos III o el Ministerio de Industria. De modo que uno se ve forzado a veces a escribir el currículo vitae “estilo Madrid” y a la semana siguiente “estilo Castilla Leon”. ¿Tendrá la Sra. Garmendia piedad de nosotros?. ¿No podría ella, que va a coordinar tanto, unificar los curricula y enviarnos a todos y cada uno de nosotros un “borrador de curriculo”, para que aceptemos o rectifiquemos, igual que hace el Ministerio de Hacienda para la declaración de la renta?. Muchos de nosotros daríamos por bueno lo que nos atribuyeran y todos lo agradeceríamos.

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